El humo parece sintetizar una
forma que el cosmos nos guardaba.
Una forma tan indeformable
que, de solo deformarla, mejoraba.
Ya lo había dicho Julio pero,
claro, los tiempos hepáticos tienen ese sabor
cruel, sabor a saber la
lluvia sin sentirla caer.
La lluvia crecía, lograba
entibiar algunas ideas, pero con los afectos… no hay caso. Son tozudos, ché.
La lluvia aquí, el humo… el
siempre humo.
Y yo, invitándome a otra
orfandad, buscando el origen del fuego y encontrando la hiel.
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